El camino de rollos que culmina al otro lado del negativo.

Acerca de la relevancia del cinematógrafo en la captación de eventos y sucesos se han afirmado multitud de argumentos, lo que una generación recibió en vivo el día mismo del hecho, otras lo vieron en blanco y negro y otras más a color. Similar a la fotografía, la grabación de video abrió las fronteras del recuerdo fuera del mero esfuerzo anecdótico o del registro escrito, fuera de la pintura, el grabado y la radio, este último ya contenía la magia de la mecánica, más fue la pantalla grande el disparador de la difusión de ideas entre las grandes poblaciones, muchas veces ajenas a la lectura o al arte reservado por el mecenazgo.





Por otro lado el papel de la historia se ha reflejado en la construcción y reconstrucción de la cotidianidad y de los procesos que acontecen a la especie humana a través del tiempo y el espacio; la información se guarda o se pierde, los acontecimientos se desvanecen entre las memorias y las imágenes congeladas. La exactitud y la viveza de una escena son proporcionalmente relativas a las fuentes que la puedan recrear, al contrario, el video sigue segundo por segundo, fotograma a fotograma, las reacciones y acciones del cuadro que abarca el lente de la cámara, no por un instante sino por todos los que sea posible capturar.

Así la cámara y la tarea de la gran y la pequeña historia se ven mezcladas conforme ambas crecen y se transforman. Las combinaciones voluntarias e involuntarias son más o menos interminables, se agotan conforme una mente exprime una rama de las posibilidades y renacen inmediatamente apenas una recién despierta voluntad se arriesga a dar un giro inesperado a los humanos procesos vistos por el objetivo de la máquina. La ciencia y el arte se han aprovechado de estos enmarañados tejidos y los han transformado para apreciar la realidad entre puertas subjetivas y objetivas: amanecen ante la aurora el largometraje y el cortometraje, también el documental y el corto documental. El primero prueba los caprichos del autor para contar un episodio de la conciencia, el segundo intenta describir y presentar los resultados de una investigación o formulación previa.

Más al contrario, esto no limita o paraliza las transformaciones de la relación; los horizontes de un genero descansan en las fronteras del otro, es imposible definir lo que la mente moldea a diario en cada individuo que reflexiona sobre el tema, más un parámetro para aclarar preceptos puede dar luces acerca de lo que significa considerar un documental o concentrarse para crear un largometraje. Ambos fabrican el alimento con el que crecen las memorias y afloran las anécdotas hiperrealistas, no se puede alargar la mano sobre uno sin haber cavilado sobre la contraparte, ambos se encuentren dentro de la misma molécula, son dos y son uno.

Las probabilidades no están sujetas a unos cuantos conceptos, por más que se intente condensar las aplicaciones de una herramienta o de una forma de percepción de la realidad, las ideas nunca van a ser suficientes para sintetizar la totalidad de la expresión, por ello día con día el mundo recibirá nuevos partos para ampliar el espectro de los caminos a recorrer. De esta manera es que la fuente sigue emanando saber, aunque no se sepa que hacer con el.

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