Fue el viernes trece de junio de mil ochocientos cincuenta y seis en los adentros de las pampas guanacastecas cuando el cabo Juan Elías Martínez corrió desesperadamente a través de la espesura, se había desviado de la marcha nocturna para poder orinar detrás de unos matorrales, el problema fue subestimar la velocidad de la tropa, una vez acabado su menester, Martínez apenas consiguió identificar las débiles luces de las lamparás de canfín alejándose por arriba de los árboles.

Si bien comenzó a caminar a paso firme con el propósito de alcanzar a sus compañeros, las fuerzas se redoblaron cuando escuchó varios pasos a sus espaldas, galopaban con rapidez, ligeros y en gran número, ante una posible emboscada aceleró desbocado para salvar su vida de los anónimos perseguidores. Cuando se incorporó a a la fila, un conocido le indicó que el oficial a cargo no atinó sobre su ausencia, el grupo enemigo ya no estaba.

Acercándose al segundo puente de la jornada, se escucharon nuevamente los pasos, ahora con más violencia, el batallón entero los distinguió, los caballos se inquietaron y todos empuñaron sus armas nerviosos, fue entonces cuando el capitán Murillo la divisó a lo lejos, vasta y negra, amasada como una ola y pintada de azabache, se aproximaba rebosante de oscuridad, revelada en su silueta por la luz de la luna, reptó por el camino hasta que llegó al grupo de hombres y caballos, que enloquecidos de miedo no se pudieron mover.

Martínez brincó fuera de la vereda antes de que la sombra llegara, su anterior persecución le permitió actuar con mayor velocidad, cuando se levantó aturdido por el golpe de su caída contra una roca a la orilla del camino, verificó espantado el espacio que unas vez ocuparon personas y bestias, ahora solamente recordadas por algunas gorras y fusiles esparcidos al azar, luego las nubes ocultaron la calle empolvada y muda de cualquier explicación.

El señor Elías Martínez murió tiempo después de tétanos, debido a un disparo que se clavó en su rodilla. En su testamento dejó un manuscrito tristemente garabateado de donde se dedujeron estás lineas. Sea a juicio del lector la veracidad del hecho.
Acerca de la relevancia del cinematógrafo en la captación de eventos y sucesos se han afirmado multitud de argumentos, lo que una generación recibió en vivo el día mismo del hecho, otras lo vieron en blanco y negro y otras más a color. Similar a la fotografía, la grabación de video abrió las fronteras del recuerdo fuera del mero esfuerzo anecdótico o del registro escrito, fuera de la pintura, el grabado y la radio, este último ya contenía la magia de la mecánica, más fue la pantalla grande el disparador de la difusión de ideas entre las grandes poblaciones, muchas veces ajenas a la lectura o al arte reservado por el mecenazgo.





Por otro lado el papel de la historia se ha reflejado en la construcción y reconstrucción de la cotidianidad y de los procesos que acontecen a la especie humana a través del tiempo y el espacio; la información se guarda o se pierde, los acontecimientos se desvanecen entre las memorias y las imágenes congeladas. La exactitud y la viveza de una escena son proporcionalmente relativas a las fuentes que la puedan recrear, al contrario, el video sigue segundo por segundo, fotograma a fotograma, las reacciones y acciones del cuadro que abarca el lente de la cámara, no por un instante sino por todos los que sea posible capturar.

Así la cámara y la tarea de la gran y la pequeña historia se ven mezcladas conforme ambas crecen y se transforman. Las combinaciones voluntarias e involuntarias son más o menos interminables, se agotan conforme una mente exprime una rama de las posibilidades y renacen inmediatamente apenas una recién despierta voluntad se arriesga a dar un giro inesperado a los humanos procesos vistos por el objetivo de la máquina. La ciencia y el arte se han aprovechado de estos enmarañados tejidos y los han transformado para apreciar la realidad entre puertas subjetivas y objetivas: amanecen ante la aurora el largometraje y el cortometraje, también el documental y el corto documental. El primero prueba los caprichos del autor para contar un episodio de la conciencia, el segundo intenta describir y presentar los resultados de una investigación o formulación previa.

Más al contrario, esto no limita o paraliza las transformaciones de la relación; los horizontes de un genero descansan en las fronteras del otro, es imposible definir lo que la mente moldea a diario en cada individuo que reflexiona sobre el tema, más un parámetro para aclarar preceptos puede dar luces acerca de lo que significa considerar un documental o concentrarse para crear un largometraje. Ambos fabrican el alimento con el que crecen las memorias y afloran las anécdotas hiperrealistas, no se puede alargar la mano sobre uno sin haber cavilado sobre la contraparte, ambos se encuentren dentro de la misma molécula, son dos y son uno.

Las probabilidades no están sujetas a unos cuantos conceptos, por más que se intente condensar las aplicaciones de una herramienta o de una forma de percepción de la realidad, las ideas nunca van a ser suficientes para sintetizar la totalidad de la expresión, por ello día con día el mundo recibirá nuevos partos para ampliar el espectro de los caminos a recorrer. De esta manera es que la fuente sigue emanando saber, aunque no se sepa que hacer con el.

Al tomar en cuenta las raíces bien fundamentadas en lo misterioso que acontece a lo largo de las diferentes existencias que componen nuestra vida, se vislumbra una pequeña arista de la vasta amplitud del universo infinito de posibilidades. De esta variable mínima para la totalidad y monstruosa para el ser humano, pueden desglosarse tantas ideas como individuos han existido, como si pareciera poco en los últimos años la comunicación entre los sujetos ha aumentado en cuanto a intensidad se refiere: este precioso momento histórico permite no desaprovechar la oportunidad del contexto sin la obligación de rechazarlo por mera formalidad estilística.


Concrentrar un tema que permita máxima libertad subjetiva al igual que diversidad de pretextos es tarea obligatoria para quien pretende señalar algún punto en el plano, es decir trazar un rayón con una tiza, o con un bolígrafo, cantar una tonada o interpretar un papel. El acto de la creación transforma el entorno, lo minimiza y maximiza en una expresión determinada de la realidad circundante, es el congelamiento de un movimiento entre el hielo: los gestos, los colores, las luces y las sombras, el pesar, el gozo, incluso el nacimiento y la muerte y la infranqueable enredadera que se masculla con el significado vida.


Para estas páginas cibernéticas la imagen visual ocupará la mayor parte de las lineas, como ironía y como sátira, para el autor y para el lector, que de ser posible entretejerán tantos quejidos como embestidas y cervezas inviten el tiempo, para brindar y para vociferar las incongruencias del mundo real y las bondades del “alter caos” irreal, que a final de cuentas no es tan pesado como parece y en ocasiones rige los aspectos más congruentes del acontecer cotidiano.


Como no iniciar un tachón y libreta recién comprada más que con un cuerno de incienso fragante, con la oportunidad de anunciar qué tan mínimas y gigantescas pueden ser las extremidades de una célula o los pigmentos de tinta al desbordarse de su cónico contenedor. Para establecer una lógica inicial pueden esperarse ideas relacionadas con el desarrollo de la Historia, así como del Cine. Francamente de estas dos palabras poco puede decirse sin parecer apresurado, la historia mide los actos humanos y el cine los aviva; abarcar uno solo de estos hechos entrecruzados puede desgastar varias vidas.





Tómese cada titulación como se desee. Por ejemplo el inicio de este fragmento pudo ser “lista abreviada de preceptos para leer otras tantas bolsas de palabras”. Dado el carácter de prólogo, fue mejor el título original.